viernes, 14 de enero de 2011

LA SEDUCCIÓN EMPIEZA EN LA COCINA, 2 Parte


EL SEXO EMPIEZA EN LA COCINA.
Las relaciones sexuales tienden a fosilizarse en rutinas prosaicas, y cuando esto ocurre, son demasiadas las mujeres que se convierten en brujas endemoniadas y dominantes.
Permiten que sus propias neurosis y decepciones sofoquen el deseo del compañero cuando tratan de imponer su voluntad, de someter al infeliz cónyuge, novio o pareja.
Algunos hombres se vengan de esto, procurando vivir la mayor parte de su tiempo en el mundo de los negocios.
Allí, rodeados de bellas secretarias y de un ambiente suntuoso, comen y beben a cargo de la cuenta de gastos de su empresa, y consiguen escapar a la tiranía del matrimonio o noviazgo. Para conseguir que un hombre venga a casa, hay que convencerlo de que la cosa vale la pena… y no hay mejor carnada que una cena bien cargada de afrodisíacos y placeres.

Esta idea no es nueva, pues ya en el siglo XVII la practicaba Casanova, conocedor de que los placeres sensuales de la gastronomía se amplifican con el espectáculo de un cuerpo desnudo y bien dispuesto para una respuesta sexual libre de inhibiciones, es decir alimentando al mismo tiempo el lívido y el paladar. El sabor exquisito de los alimentos produce estímulos placenteros, mientras que el cuerpo desnudo atiza el fuego del éxtasis.

El Marqués de Sade celebró numerosos e importantes banquetes, a los que era obligatorio asistir desnudo, y saboreó todos los detalles de los mismos. Más tarde los describió en sus novelas.


Si la desnudez les escandaliza, recuerda que una amante se comporta siempre con abandono allí donde la esposa frunce el ceño con desaprobación. No hay nada malo en el placer. De hecho, si algunas de esas caras de palo que vemos tan a menudo -expresiones faciales que parecen reclamar se les receta a sus propietarias un laxante – tuviera la iniciativa de abrirse al placer, sus maridos no se sentirían condenados a vivir en un infierno.

A lo largo de toda la historia humana, el folkrore ha dado crédito a la teoría de llegar al corazón a través del estómago. Y con razón, por que todas las glándulas y células de nuestro organismo reciben la influencia de los alimentos que comemos.
Una comida estimulante puede realzar las relaciones sexuales hasta el nivel de fogosidad de los primeros días de cortejo. Se consiguen reavivar las emociones y refrescar los sentimientos agotados, resucitando la pasión y la ternura.
Si Doña Frígida acierta a convertirse en Doña Seductora, su esposo, novio o pareja, se comportará lo mismo que si le hubieran puesto una inyección de virilidad. La mujer más frígida y el más ceñudo marido pueden ser rescatados del celibato, y fácilmente seducidos a través de lo que comen, para convertirse en amantes temblorosos de sensualidad.


Continua... 3 Parte

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